Hoy hablar de “Cagazo” o “Cagazos” es recurrente. Podríamos decir que este término está de moda. Es claro que proviene de la expresión “cagada” que más allá de su popular significado escatológico, siempre ha sido el sinónimo para aquellas acciones u omisiones fallidas, ya sean con o sin intención, que hacen que las cosas resulten mal (o coloquialmente “como las huevas”).
Ahora bien, al perecer esta arraigada expresión nuestra, necesitaba urgente un superlativo que aludiera a esas grandes “cagadas”, aquellas que por el alcance de sus consecuencias y su proceso de gestación, se convierten en un hito que marca un antes y un después en la trayectoria de algo o alguien.
Un ejemplo: Engañar a la cónyuge es sin duda ejecutar una “cagada” -basta ver que el 99% de las confesiones empiezan con la frase “mi amor, me mandé una cagada…”-, pero el mismo engaño agregándole embarazo de la concubina, que le sorprendan llamándola y que a mayor abundamiento, lo demanden de paternidad, notificándolo en la casa para el aniversario de matrimonio, eso es un “CAGAZO”.
Otro: Que una coalición política haga primarias arregladas, truchas si se quiere, para favorecer a un determinado candidato a un determinado puesto de elección popular, es una típica “cagada” de ese medio. Ahora bien, si eso se hace para la elección de un candidato presidencial y se deja afuera a cuanto otro aspirante se pueda, sin medir si éstos tienen o no capacidad de hacer parir al “predilecto” y producto de ello se pierde el gobierno - que se ha mantenido por 20 años, con 80% de popularidad del gobernante saliente- dejando además a varias centenas de asustados funcionarios sin trabajo, ESO SÍ QUE ES UN “CAGAZO”.
De esta manera, parece que también al concepto “cagazo” lo determina el que se trata de un proceso, de la prolongación en el tiempo de un error inicial (o también llamada ”cagada primigenia”), al que, vaya a saber uno porqué, se le agregan otros más, directamente ligados con éste y que tienen por finalidad salvar consecuencias negativas de la cagada inicial, pero siempre evitando reconocer que este primer error existió y que, en definitiva, la mejor solución es volver atrás.
Pensemos en el típico ejemplo del “avispado” funcionario bancario, que de un montón de plata que administra, saca por una sola vez, según su pensamiento, una “colita” para sí. Al momento de tomarla ya es autor de una pequeña apropiación indebida. Pero decide tapar la “cagadita”, así que adultera un asiento contable. Llegó a la falsificación. Pero para adecuar ese asiento, que es sin duda es parte de un sistema con multiplicidad de cuentas, saca efectivamente, dinero de otra cuenta (segunda apropiación), platita que usa feliz, hasta que le baja el pánico, pues hay otros funcionarios que fiscalizan, así que para tapar el asunto, saca dinero de otra cuenta, para tapar la anterior apropiación y así sucesivamente… “voilà” se armó la conocida “bicicleta”, y que para mantenerla el pobre pelafustán no toma vacaciones, ni feriados, así nadie mira lo que ha hecho…luego de varios años, lo obligan a tomar vacaciones, destapándose todas las maniobras, el forado de varios cientos de millones de pesitos, con el agregado de las demandas de los clientes al banco, los abogados cabrones, la larga lista de giles que dicen “yo nunca vi nada”, el maldito mequetrefe escondido en Mendoza y un largo etcétera. Es ahí, cuando a un resignado gerente local, que a todo esto perderá su pega por confiar en este empleado ejemplar – “pero si era muy trabajador, le pagábamos una miseria, no tomaba días libres y se quedaba hasta tarde…”- dice a quien quiera escucharlo: “¡Puta el tremendo “CAGAZO” huevón oh!”.
El tercer elemento que identifica a los “cagazos” es la pluralidad de actores. Efectivamente, un CAGAZO propiamente tal, tiene a lo menos dos sujetos cuyas acciones u omisiones son eficientes para que se produzca el resultado final. En todos los ejemplos vistos, siempre hay más un protagonista. Es claro que hay uno que “la lleva”, pero siempre habrá un elemento colectivo que determina el fin trágico de los acontecimientos.
En el caso uno, está el marido incontinente, la entusiasmada concubina y hasta la misma herida esposa. En el de la coalición, los protagonistas son varios y aparecen en múltiples medios de prensa y en el ejemplo del banco (que conocí directamente), todos aquellos funcionarios que cómodamente veían como ese trabajador calladito y de poco trato hacía la pega que ellos debían hacer para el “coloso financiero”, tienen aún indirectamente roles, por omisión en el “cagazo” analizado.
Concluyo estimados contertulios haciendo presente que con todos los cientos de relaciones personales, accesos tecnológicos y las tentaciones de la vida moderna, los “cagazos” están ahí, esperando que participemos en su gestación o resultados. Nadie está libre. Ni el autor de esta cagada de columna.
Por eso me viene a la mente una frase del Profesor Salomón: “Ud. … No la cague.!”
Febrero 2010.
que buena, Dago, me rei mucho!!! sobre todo con "mi amor, me mande una cagada" ...me estoy imaginando la cara del afectado!!! jajajaja
ResponderEliminarme quedó dando vueltas, eso si, el concepto coprolalico de error que manejamos, más o menos, de manera generalizada... no es primera vez. Varias veces me lo he cuestionado, juntamente con el por qué, en occidente, los errores, agresiones, "cagadas" (valga la redundancia) se relacionan con palabras que encuentran su expresión material desde la cintura hacia abajo: cagada, cagazo, mierda!, puta la huevá!, shit, fuck (y sus múltiples variaciones), andate a la c de tu madre...y así. Para muestra un botón, y perdón por el francés...
en fin, divagues que me vienen a la mente a propósito de tu interesante aporte a precisar los significados de nuestro siempre impreciso lenguaje.
Que tengas buen día... y gracias por el consejo de Salomón. Nunca está de más jeje